Denuncia Pública
Jorge Matute Johns, la madrugada del 20 de Noviembre de 1999, en compañía de su amigo Gerardo Roa Navarrete; y de las hermanas María José y María Paz Maldonado, asisten a la discoteque “La Cucaracha”, local nocturno de la ciudad de Talcahuano que funcionaba en completa ilegalidad.
En esa oportunidad se desarrolló un evento de gran envergadura, lo que hizo de aquel momento una noche especial.
Se encuentra acreditada en el proceso la presencia de tres grupos de personas, el público asistente, el personal de la Cucaracha, y policías de ambas instituciones tanto al interior como en la zona de los estacionamientos.
Pasadas las cuatro de la madrugada, Matute bajo los efectos del alcohol y del consumo de marihuana, se encontraba en el hall de acceso a los baños. Este espacio, de mayor privacidad, se encuentra emplazado al interior de la segunda puerta de acceso al local, al lado de la caseta del DJ.; al acceso al bar chico; a los baños, y a la escala de acceso al subterráneo que era ocupado principalmente por el personal de la Cucaracha, pues queda separado física y visualmente de las pistas de baile.
Matute interrumpía el proceder de algunos funcionarias del local, obstaculizando a las cajeras que allí se desempeñaban. Ya lo había hecho con carmen Sereño, pareja de Betanzo. El oso que se da cuenta de lo que está pasando, fanfarronea con un joven que está al lado de la barra que a ese le va a tener que pegar, sin embargo debe salir unos instantes. Este joven, quien ubica Matute, aunque no es su amigo pues lo acababa de conocer en los estacionamientos, conoce con quien anda.
Llega a este sector Bruno Betanzo, quien enterado de la situación con su pareja Carmen Sereño, la increpa en el pasillo gesticulando enojado con sus brazos. Matute riéndose al lado de estos, se encuentra apoyado en la pared con las manos en los bolsillos, lleva una camisa semi abierta bajo la cual viste una polera. Carmen Sereño llama por auricular interno a uno de los guardias para que lo saquen de la Cucaracha.
En ese preciso momento, María José Maldonado saliendo desde el baño de mujeres ubicado en este mismo sector, frente a las cajas, al dirigirse a la pista de baile, es advertida desde atrás por el joven con quien se fanfarroneaba el Oso, indicándole que a su amigo el chiquitito (Jorge Matute) le iban a pegar por que “andaba pintando el mono”. Esta joven, teniendo a Matute enfrente de ella, se despreocupa de quién le advierte, se acerca a él , y le pregunta si le pasaba algo. Matute sonriente le contesta que no pasaba nada, por lo que regresa a la pista de baile
El guardia Cristian Montes recibe la orden de Kelly de sacarlo, pero se encontraba ocupado, después de unos minutos, ubica a Marcelo Ramos “el Oso” para que sacara a Matute del lugar. Este lo encuentra, pero al sacarlo se resiste, frente a lo cual el Oso con una violencia desmedida arremete por primera vez reiteradamente a Matute, lo que moviliza al DJ y al chofer del personal Damián Díaz a arrebatarle a Matute para que lo dejara de golpear. El Oso se Molesta con ambos, advirtiéndoles que a la próxima que se metan en su trabajo, les pegaría también a ellos, furioso golpea la pared con el puño en señal de frustración, por lo que queda su mano sangrando.
Damián Díaz, temiendo que el Oso saliera persiguiendo a Matute, lo saca de la Discoteque diciéndole que mejor se vaya para su casa. En la puerta exterior de acceso se ubicaba normalmente el guardia Jimmy Lemus.
En la segunda puerta batiente interior se ubicaba el guardia Cristian Montes. Frente a los baños el Oso. Este último, luego del incidente, se dirige a la entrada de la discoteque, en tanto que Matute sin aceptar su expulsión, y dada la imposibilidad de volver a su casa porque sus amigos que lo trasladaban se encontraban al interior de la disco, intenta ingresar por la fuerza nuevamente al local, siendo interceptado nuevamente por el Oso , quien ante la resistencia de Matute, y aprovechando su inmensa superioridad física, lo toma por la fuerza, empujándolo hasta llegar al acceso exterior de la discoteque, a pasos de la escalera principal, donde por segunda vez procede a golpearlo hasta dejarlo inconsciente.
Mientras, en el interior de la discoteque, y no conforme con la respuesta dada por Matute minutos antes respecto de que le podrían pegar, María Paz le relata a Gerardo Roa sobre la advertencia recibida, quién también se preocupa, dirigiéndose al hall de acceso a los baños donde María José había visto por última vez a Jorge Matute Johns.
Matute está inconsciente, se dan cuenta de lo grave de esta situación, por lo que el Oso con Cristian Montes lo toman cada uno de un brazo arrastrándolo colgado de sus brazos al interior de la disco, adonde lo habían agredido por primera vez. A medida que lo transportan al interior, otros van bloqueando las puertas para evitar que esta grave situación sea observada desde afuera. Llegan frente a la barra chica frente a los baños donde los espera Betanzo, médico de profesión.
Gerardo Roa, también llega en ese instante pero por el otro lado del hall de acceso. Al llegar a ese punto, y frente a él, observa cuando es traslado el cuerpo de su amigo inconsciente sujetado por los guardias Montes y Oso. Identifica a Betanzo; a su pareja; y a un guardia que obstruye el acceso de entrada a ese sector desde el exterior. También señala a otro observador. Le otorga a Betanzo la dirección de la maniobra, pues indica, que este instruye que “hay que bajarlo” al subterráneo.
Roa describe detalladamente emociones de alteración y pánico de los sujetos implicados en esta escena. Reconoce que es el cuerpo de Coke el cual trasladan, piensa que es muy “peludo” lo que está pasando, teme que le hagan lo mismo a él si se mete, por lo que se arranca dejando a Coke, su amigo, abandonado a su suerte. Racionaliza su actitud diciéndose a si mismo que como va a ser tanta la mala suerte que sea el Coke.
Regresa donde se encuentran sus acompañantes y “empieza a hacerse el curado” indicándoles que se siente mal y que quiere retirarse, dice que cree que el Coke se debe haber ido con otros amigos. Las niñas se resisten a irse pues la fiesta aún no había terminado. Gerardo “insiste en que se vayan”, que está muy borracho, por lo que minutos después se retiran juntos del local. No se lleva a sus dos amigas en su auto, también las abandona, estas piensan que debe estar muy borracho según lo ven actuando, se va sólo, pero observan que les llama la atención que manejara tan bien estando curado.
Coetáneamente, el guardia Jimmy Lemus, que se encontraba en el primer acceso de la disco, en el puente de acceso, regresaba a su puesto hacia la escalera principal, cuando observa que un sujeto desconocido corte de pelo tipo militar, sujeta la aldaba exterior del portón principal, el cual da al primer hall de acceso donde se ubica la primera caja. Le exige se identifique, recibiendo por respuesta “soy un sapo”, Lemus lo empuja para que obligarlo a entregarle el puesto. El sujeto ingresa al local. Posteriormente Lemus le consulta al guardia Cristian Montes quién era ese sujeto. Le señala que es un policía.
De esta segunda agresión, fueron testigos, además de los guardias, dos jóvenes asistentes. Una mujer que grita que no le peguen al Coke, y un joven que conocía perfectamente tanto a Coke como a su hermano Alex. Ese Joven, un mes y medio después, por declaración voluntaria, en tres interrogatorios extrajudiciales y además una judicial ante la Magistrado Flora Sepúlveda relata in extenso y con lujo de detalles estos hechos. La niña a la fecha nunca logró ser ubicada, infiriéndose que es ésta la responsable de una de las primeras llamadas anónimas a la familia Matute, advirtiéndoles a las 08:00Hrs que a Coke le había pasado algo grave.”
Como se dijo, El segundo testigo realiza voluntariamente su declaración, a sólo un mes y medio de ocurridos los hechos, el día sábado 22 de Enero de 2000 carabineros lo interroga en tres oportunidades, confirmando siempre su versión, al día siguiente sólo horas después de su primera declaración, arriba de Santiago un oficial de carabineros, Psicólogo, quien a las 08:15 hrs del dia domingo le realiza, sin autorización del tribunal, una evaluación psicológica aplicando técnicas inapropiadas no utilizadas para el ámbito forense, pero que termina desacreditando al testigo.
Aceleradamente, emite ese mismo día domingo, un informe que titula “Informe Pericial Psicológico” que en sólo un par de páginas concluye que “el funcionamiento psicodinámico normal del testigo corresponden a fabulaciones, engaños, mentiras, perversiones, confabulaciones, construcciones o creaciones fantasiosas o imaginarias, elementos bajo los cuales se estructura su particular personalidad. A la mañana siguiente, el día lunes, antes de las ocho de la mañana, la magistrado Flora Sepúlveda archiva el informe nunca solicitado. A los dos días interroga al testigo presencial, quien confirma nuevamente cada uno de sus dichos.
Este testigo, identifica en un set fotográfico estandarizado por la policía al Oso; a Bruno Betanzo y a Carmen Sereño.
Sometido Gerardo Roa a este mismo set, señala exactamente a las mismas personas indicadas pero además agrega a Cristian Montes.
Ambos testigos, escriben de puño y letra lo que hace cada uno de los sujetos identificados, firmando y poniendo su carné de identidad en cada hoja. Esta información no sale a la luz pública pues la Magistrado archiva esta información en el secreto del sumario del proceso, descartando para siempre estas valiosas pruebas sin investigar en lo más mínimo ninguno de los hechos. Ambos testigos son desacreditados con “pericias psicológicas” pero los hechos descritos jamás son investigados.
Esta información es levantada por Carabineros, por lo cual es casi lo unico a que tiene el mayor >Ovalle para respaldarse, por lo cual la magistrado le advierte “… a Betanzo y a los Guardias no me los toca”.
Después de bajar a Matute inconsciente al subterráneo para ocultarlo, mientras se decide que hacer con él, y considerando las dos golpizas descritas, existen dos escenarios posibles:
Matute muere en el lugar, por lo que deben tomar la decisión de cómo y cuando sacarlo. Muerte circunstancial con posterior desaparición planificada del cuerpo, cuyo objetivo se explicaría para evitar ser descubiertos por el homicidio y/o para evitar una investigación que determinase la existencia de una asociación ilícita ligada al tráfico y consumo de drogas.
La agresión a Matute no termina con la vida de éste, no obstante en este escenario, el accionar tendiente a encerrarlo en el subterráneo constituye a lo menos el delito de secuestro. Peor aún, ahora deben decidir entre salvarlo y exponerse a ser denunciados por la víctima, o eliminarlo (homicidio calificado) para no correr ese riesgo de ser identificados bajo la premisa de que los muertos no hablan.
Analicemos cuál es el escenario más probable atendiendo a los hechos que delatan el modus operandi de los policías involucrados en causas paralelas. Estos son el homicidio del bombero Hugo Diaz, y el homicidio del cabo Marcos Martínez, casos que como hemos verificado, están ligados indefectiblemente al caso Matute Johns.
Hugo Díaz, el bombero, fue asesinado en la ciudad de Coronel, por sicarios contratados por malos policías para evitar ser identificados y relacionados con el caso Matute. El joven bombero, gásfiter de profesión, los escucha al interior de la 3era. Comisaría de la ciudad de Coronel cuando conversan respecto de la localización del cuerpo de Matute señalando en voz alta que estaba en el camino a Santa Juana. En ese momento, el joven reparaba el baño personal de la oficina del jefe policial. Su presencia no había sido advertida por los funcionarios policiales.
El joven, intenta retirarse fingiendo no haber escuchado nada, pero es sorprendido y amenazado por los policías que no estaban seguros si era cierto. El joven se va a la casa de su abuelo contando que sabía que Matute estaba en Santa Juana, y que podrían hasta ganar plata. Lo repite a diferentes amigos.
Días después, al salir de una discoteca es asesinado de 28 puñaladas por cinco sicarios contratados por los mismos policías indicados, para proteger su identidad. Una de las hijas de uno de los policías involucrados, que también se encontraba en la discoteque, le indica que abajo alguien quería conversar con él. Testigos observan que en ocultos por las sombras de la noche, habían personas mayores observando esta escena, y que posteriormente se retiran sin ser identificados.
El segundo caso, corresponde al homicidio del Cabo Martínez, a quién le asignan investigar el caso del bombero asesinado. Descubre la verdad, identificando la organización criminal policial en su propio lugar de trabajo.
Sospecha que lo han detectado, y que lo empiezan a incriminar para cargarlo, su mujer lo observa estresado, le cuesta conciliar el sueño. Lo lleva a un psicólogo, s{olo se trata de estrés laboral.
Días después sólo horas antes de su homicidio, le pide ayuda desesperadamente a un abogado que visita el lugar donde lo estaban interrogando en Concepción. Le indica al abogado que tenía pruebas para resolver el caso Matute, por lo que lo estaban incriminándolo en un caso de drogas, como cortina de humo para terminar el caso Matute de manera irregular. Le indica que al día siguiente se las entregaría.
Martínez, estaba en ese momento detenido en la Comisaría Nº 1 de Concepción, donde le levantaban las falsas imputaciones. En la tarde, lo trasladan a la comisaría de Coronel para que entregue toda la información que tenía del caso, lo torturan, después de lo cual lo matan a golpes en la cabeza y fingen un suicidio, disparándole un balazo en la cabeza 9 horas después de muerto. Le extraen sus pulpejos que permitirían comprobar la presencia de restos de pólvora, estos tejidos se pierden, nunca fueron analizados.
Alcanza a darse cuenta que iba a ser asesinado por sus propios “compañeros de trabajo”, esconde la información que resolvía ambos casos rompiendo el forro de su chaqueta donde esconde una libreta con el nombre de los sicarios, y un mapa con la ubicación del sector donde se encuentra enterrado Jorge Matute Johns.
Meses después de su muerte, su familia encuentra por casualidad entre las ropas la libreta escondida. Como prueba irrefutable de la veracidad de sus dichos, dejó por escrito el nombre de los cinco sicarios que habían dado muerte al joven bombero, y un mapa con el sector de la ubicación del cadáver de Matute.
Al día siguiente, antes de hablar con su abogado, le avisan a la familia que se había”suicidado”.
Entregan el cuerpo con custodia policial día y noche. La familia no cree en el suicidio. Aprovechando un cambio de guardia, en que pos cinco minutos el cadáver queda sin custodia, descerrajan el ataúd percatándose que no tenía heridas en la cara, y que le habían molido a golpes la base del cráneo. Le toman fotos a la boca, a sus manos, y cabeza.
Cuatro años después, Matute aparece por casualidad a doscientos metros del lugar que indicaba el plano. La jueza y el comisario Arenas tuvieron años esta información pero ambos la descartaron, arguyendo que se trataba de otro caso.
Cabe mencionar que sólo 6 días antes de su muerte, El cabo Marcos Martínez le manifestó a diferentes testigos, que el caso Matute estaba a un par de días de ser resuelto, considerando que ya sabía que el cuerpo se encontraba enterrado en el camino a Santa Juana, y que estaba cerca de encontrarlo.
Toda la información antes descrita con los planos y pruebas correspondientes en cada uno de los casos señalados, se encuentran desde hace años a plena disposición de los tribunales, pero nunca fueron considerados por la Magistrado Sepúlveda, ni por el equipo investigador encabezado por Héctor Arenas, quien por el contrario se dedicó a desacreditar mediante informes oficiales la validez de estos testigos y sus claros medios probatorios aduciendo que se trataba de otro caso.
De acuerdo a lo expuesto, atendiendo la crueldad y el nivel de violencia expresiva demostrada en ambos casos, es posible inferir que lo más probable es, que a Matute lo hayan asesinado policías después de tenerlo secuestrado en el subterráneo siguiendo la lógica de que los muertos no hablan.
Ps. Cristián Araos Diaz - Psicología Forense, Psicología Jurídica Forense y Ciencias del Comportamiento Aplicadas
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